El escritor y colaborador de Revista Sudestada responde a los servicios de inteligencia de Argentina y Colombia que, disfrazados de periodistas alternativos, lo acusan de "terrorista".
"Dejé pasar las (falsas) notas acusatorias de los servicios de inteligencia de CATAPULTA (Argentina). No le di mayor importancia a las “anécdotas” de INTERPOL en México y al rarísimo e inesperado interrogatorio de la policía en Chile. Pero con esta burda maniobra de la inteligencia militar colombiana, es hora de hacerlo público. Acá hay una coordinación represiva".
Por Néstor Kohan
¿Ya no hay coordinación represiva
en Nuestra América? ¿Se acabó el Plan Cóndor? ¿Se disolvieron los aparatos de
inteligencia vinculados al terrorismo de estado? ¿Los grupos de ultraderecha
son un triste recuerdo del pasado? ¿Vivimos en una democracia plena?
Cada quien responderá esas
preguntas como quiera o como pueda.
En estas líneas me limito a hacer
públicos y denunciar hechos puntuales que, ¿por qué no admitirlo?, me generan
cierta preocupación.
En Argentina estamos
acostumbrados a la vigilancia de los aparatos de inteligencia. Ya son parte del
“folclore político” doméstico. Nos escuchan los teléfonos, nos leen los correos
electrónicos, nos fotografían las asambleas, nos filman en las movilizaciones.
Todo el mundo lo sabe. Los recientes casos, tristemente célebres, del oficial
de inteligencia de la policía federal Américo
Balbuena, infiltrado más de una década en la agencia de noticias alternativa
Rodolfo Walsh, así como el “proyecto X”
de inteligencia de la Gendarmería sobre organizaciones populares son tan sólo
la punta del iceberg. Es lo que apenas salió a la luz. ¿Y todo lo que no se ve?
Sólo alguien demasiado ingenuo o completamente desinformado puede
imaginar que esto es producto de la “paranoia”.
El aparato de inteligencia y
represión del estado opera a través de múltiples vías. Puede consultarse con
provecho el libro de Gerardo Yung SIDE, La Argentina secreta (Buenos
Aires, Planeta, 2006), donde aparece la descripción del modo de operar del
aparato de inteligencia argentino (dirigido y equipado directamente por la CIA de
EEUU y el MOSSAD de Israel) sobre el movimiento popular, sus militantes y sus
intelectuales. Uno de los tantos departamentos de la central de inteligencia de
Argentina está dedicado, obviamente, a la informática. Utilizan tecnología de
punta, en gran parte proveniente de Israel. Desde allí interceptan mensajes,
escuchan, miran y, ¿por qué no?, arman páginas y blogs en la web.
En ese clima político han
aparecido últimamente una serie de páginas de Internet destinadas a
contrarrestar a las agencias de información alternativa. Se presentan como
gestionadas en forma “amateur” por individuos sueltos o viejitos reaccionarios.
Pero por la cantidad de información que manejan, el seguimiento al detalle, día
y hora, de movimientos sociales, partidos políticos e incluso individuos, sería
imposible que una o dos personas puedan mantenerlas funcionando en forma
“amateur”. Es evidente que hay un aparato detrás, una organización de
vigilancia colectiva que intenta operar con información de inteligencia sobre
la opinión pública. Quien sospeche que esto es “paranoia” que siga disfrutando
de su ingenuidad.
En una de esas páginas, titulada
CATAPULTA, me acusan con nombre y apellido, incluyendo fotografías de mi
persona y tapa de mis libros, de ser un “escritor guerrillero” aduciendo como
prueba haber publicado un libro sobre EL CAPITAL de Karl Marx y mi
participación durante una década en la Universidad Popular que promovieron las Madres
de Plaza de Mayo. Cada vez que publican artículos o notas sobre Néstor Kohan
las ubican en la sección CONOCIENDO AL
ENEMIGO. En una de ellas pretenden señalarme como “brazo político de las
FARC” (referencia a la insurgencia de Colombia, hoy en diálogos de paz en la
Habana, Cuba) junto al profesor de
economía Jorge Beinstein, ya que ambos pertenecemos al Movimiento Continental
Bolivariano (MCB). Véase http://www.catapulta.com.ar/?p=2629
Esta página de ultraderecha
argentina disfraza su tarea incluyendo “notas color” donde acusan a la Iglesia
del Vaticano de ser “demasiado liberal” y otras tonterías similares, pero el
eje habitual de sus informaciones son, invariablemente, el seguimiento al
detalle de las actividades de la izquierda y de las organizaciones populares.
“Acostumbrado” a nuestra
ultraderecha criolla y a sus servicios de inteligencia siempre rodeándonos,
dejé pasar esas publicaciones, no sin cierta preocupación.
Un tiempo después de que
apareciera mi fotografía en la sección “CONOCIENDO
AL ENEMIGO” de Catapulta, viajé a México a un seminario internacional
organizado por el Partido del Trabajo (un partido legal e institucional, con
representación parlamentaria) y al llegar al aeropuerto de México oficiales de INTERPOL
me retuvieron el pasaporte y me llevaron a su oficina. No pasó nada grave. Me
devolvieron el pasaporte. ¿Para qué hicieron eso? Nunca lo supe.
Luego fui a Santiago de Chile a
presentar la edición chilena de mi último libro sobre el pensamiento teórico
del Che Guevara y sus cuadernos de lectura marxista. En el aeropuerto de
Santiago, a la hora de sellarme los documentos, comenzó un extenso
interrogatorio sobre el contenido de mis clases, los amigos chilenos que me
irían a recibir, mis contactos políticos y una serie infinita de preguntas
policiales muy detalladas. Me exigían datos sobre las universidades que
visitaría. Salí de ese interrogatorio y les pregunté a otros pasajeros si les
habían hecho preguntas. Nadie que tomó el mismo vuelo que yo había sido interrogado.
Y ahora me encuentro, de pura
casualidad, buscando información en Internet, con una nueva y amarga
“sorpresa”.
Aparece una página, claramente de
la inteligencia colombiana (por la cantidad de información y de notas diarias
dedicadas a la insurgencia y al movimiento popular colombiano), titulada Colombiaopina's
Blog donde los editores publican la siguiente nota: “CONOCER A LOS APOLOGISTAS DE LAS FARC:
NESTOR KOHAN”.
Allí utilizan una fotografía mía
donde estoy dando una conferencia sobre Karl Marx en Europa. Estos agentes de
inteligencia la retocan y la trucan, al peor estilo del stalinismo (que retocaba
las fotos donde Trotsky aparecía al lado de Lenin, borrándolo), reemplazando los
símbolos de una organización política de Santiago de Compostela (Galiza, estado
español) por el escudo de las FARC-EP de Colombia.
Fotografía original
Fotografía trucada:
Todo el mundo sabe que en
Colombia las amenazas de muerte y los asesinatos políticos selectivos
estuvieron y están a la orden del día. El caso del profesor Renan Vega Cantor,
autor de una gran cantidad de libros sobre historia y Premio Libertador en
Venezuela ha sido uno de los más recientes (hasta donde tenemos noticias).
Renan Vega vino a la Argentina escapando de ese acoso político y esas amenazas
de muerte y recibió la solidaridad de muchísimas personalidades políticas,
intelectuales, revistas, cátedras y organizaciones estudiantiles. Lo
mencionamos porque es el más cercano y el más reciente del que tenemos memoria.
También sabemos que la clase
dominante colombiana no sólo ha amenazado, asesinado y reprimido dentro de su
propio territorio nacional. No hace demasiado tiempo el intelectual y dirigente
político Narciso Isa Conde, también integrante del Movimiento Continental
Bolivariano, recibió un atentado —afortunadamente frustrado— en su país,
República Dominicana. Como hacían los militares argentinos de Videla o los
chilenos de Pinochet, esta gente vigila, amenaza, mata y asesina incluso más
allá de sus fronteras.
Por eso dejé pasar las (falsas)
notas acusatorias de los servicios de inteligencia de CATAPULTA. No le di mayor
importancia a las “anécdotas” de INTERPOL en México y al rarísimo e inesperado interrogatorio
de la policía en Chile. Pero cuando me encuentro ahora con esta burda maniobra
de la inteligencia militar colombiana, creo que es hora de hacerlo público.
Porque acá hay una coordinación represiva. Estas “coincidencias” no son
casuales. Exactamente la misma información (falsa, trucada) y el mismo montaje comienza
a aparecer en fuerzas represivas de países distintos.
En la acusación fraguada,
malintencionada y pérfida a la que hago referencia, los agentes de inteligencia
colombianos pretenden señalarme como “uno de los principales ideólogos de las FARC
en este momento”. ¡Qué delirio, Dios mío! Estos fascistas no sólo son
reaccionarios de ultraderecha, además tienen graves problemas mentales. ¿Cómo
se imaginan que alguien que vive en Argentina, a miles de kilómetros de
Colombia, puede ser un ideólogo de una organización de otro país? Como se han
quedado sin los viejos cuentos del “comunismo que viene de Moscú o de Pekín”,
ahora inventan ideólogos… argentinos. No puedo menos que reírme. Parece un
chiste (malo) de argentinos. Los argentinos no sólo han puesto un Papa en el
Vaticano, también controlan a las FARC de Colombia. ¡Qué delirantes!
Y no sólo eso, me acusan
afirmando lo siguiente “y desde las
páginas electrónicas de la organización narcoterrorista “tira línea” [Néstor
Kohan] sobre lo que debe ser el
comportamiento de los terroristas en el proceso de La Habana”. ¡Qué
subestimación tiene esta gente de la insurgencia colombiana! ¿Un movimiento
social y político con miles de integrantes, que hace 60 años que lucha en su
país, necesitaría que alguien “le tire línea” sobre los problemas colombianos?
Ni siquiera tengo datos empíricos de la economía colombiana, de la propiedad de
su territorio, del desarrollo de su industria, de los niveles de su comercio
exterior. No conozco ni siquiera las provincias colombianas. ¿Cómo “tirar
línea” sin vivir ahí ni conocer a fondo un país? ¡Qué delirantes!
En su nota macartista y
fraudulenta no se ahorran nada. Me acusan de “terrorista” por haber colaborado
durante muchos años con el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. ¿Quién en su
sano juicio piensa hoy que los campesinos brasileños son “terroristas”? ¿Detrás
de estas acusaciones no estará la inteligencia de EEUU?
Los milicos de CATAPULTA me
acusan de “terrorista” y “guerrillero” por haber colaborado durante una década
con las madres de plaza de mayo (colaboración absolutamente gratuita, agrego…
para evitar malentendidos, jamás cobré un solo peso).
Los milicos de Colombia me acusan
de “terrorista” por haber trabajado junto a los campesinos de Brasil y por
sugerir que lograr la paz en Colombia es muy difícil debido al terrorismo de
estado de su clase dominante.
Como “pruebas” incluyen dos notas
mías, pequeñísimas. (Estos lúmpenes a sueldo del estado ni siquiera se tomaron
el trabajo de leer los libros míos que ellos citan como un pecado gravísimo).
Una es sobre la paz en Colombia —que ellos rechazan, pues apuestan a la guerra
y a la solución militar del conflicto— y otra es sobre una vieja biografía del
escritor Arturo Alape del que hice una reseña bibliográfica hace 15 años.
Sobre la primera nota, “La paz en
Colombia”, ni siquiera me había enterado que la agencia de noticias alternativa
anncol la había publicado. Tuve que pinchar el link de los fachos para
enterarme… porque el original salió en una página española. Si anncol rebotó
esa nota, ¿qué problema hay? ¿Es pecado?
Sobre la segunda nota, citan un pequeñísimo
texto que escribí en los años 90 sobre una biografía de Arturo Alape sobre
Marulanda (buenísima, la recomiendo, la publicó editorial Planeta) que un
dirigente sindical argentino nos había regalado, hace como 15 años, a mi padre
y a mí. Una biografía literaria que hasta incluye elementos de ficción. La
biografía se titula Tirofijo: Los sueños y las montañas. Este
texto sobre la biografía de Alape fue escrito en la década del ’90 y lo
incorporé al libro Pensar a contramano. Las armas de la crítica y la
crítica de las armas. Buenos Aires, Nuestra América, 2007.pp.289-290.
Como los fachos no leen libros gordos, porque es mucho trabajo, se tomaron de
ese texto donde comparo a las FARC-EP de Colombia con el EZLN de México,
trazando analogías y diferencias. Sí, también viajé a México y participé en un
encuentro del zapatismo (EZLN) en 1996. ¡Qué pecado mortal!
¡Néstor Kohan defiende la
rebeldía del pueblo colombiano! ¡Gravísimo! ¡Llamen a la Inquisición! También
defiende a los campesinos de Brasil y a los indígenas de México y estuvo muchos
años junto a las madres de plaza de mayo. Podrían haber agregado otros “pecados
mortales”. Tuve el honor de conocer a Fidel Castro y a Hugo Chávez. También
pude entrevistar a Evo Morales. Michael Löwy (brasileño, de inspiración
trotskista-guevarista) prologó dos libros míos. Armando Hart Dávalos (cubano,
fundador del Movimiento 26 de julio junto a Fidel) prologó otro texto mío. Osvaldo
Bayer (argentino y anarquista) también prologó un libro mío. ¿Y qué? ¿Piensan identificar,
marcar y amenazar de muerte a todos ellos? Soy amigo de muchos marxistas de
España, Francia e Italia. ¿Piensan cruzar el mar e ir a “marcarlos” al otro
lado del agua?
En las acusaciones de estos
militares y agentes de inteligencia hay solo un dato cierto. Formo parte del
Movimiento Continental Bolivariano… Es verdad. ¡Y a mucha honra! Es más, acabo de escribir un libro entero
dedicado a Simón Bolívar y nuestra independencia (Una lectura latinoamericana).
¿Está mal? ¿Tanto miedo le tienen al fantasma de Simón Bolívar?
Como parte del Movimiento
Continental Bolivariano hemos compartido un montón de clases y seminarios de
estudio con la bandera de Simón Bolívar detrás nuestro (y del Che Guevara, ya
que nuestra Cátedra de Formación Política lleva su nombre). Clases donde han
participado muchos jóvenes estudiantes, trabajadores de fábricas recuperadas,
piqueteros, y militantes populares compartiendo el conocimiento con profesores,
escritores, intelectuales y pensadores como Osvaldo Bayer, Vicente Zito Lema,
Atilio Boron, Jorge Beinstein, Claudio Katz, el embajador de Palestina en
Argentina y varios dirigentes piqueteros. También participaron profesores
brasileños, uruguayos, bolivianos, cubanos, venezolanos y chilenos. Las
fotografías de esas clases y debates con estos profesores e intelectuales están
en Internet. Nunca las ocultamos. ¡Todas clases públicas! ¿Piensan “marcarlos”
y callarlos a todos?
Más allá de lo personal, quiero
hacer una reflexión mínima sobre las preguntas del comienzo. ¿Desapareció el Plan
Cóndor? ¿Ya no hay coordinación represiva a escala continental? ¿Los servicios
de inteligencia y los aparatos de “seguridad” (qué palabra engañosa…) no se
pasan información, no coordinan la vigilancia, no articulan el seguimiento y la
represión?
Sus concepciones, que
lamentablemente no quedaron recluidas en el pasado, continúan operando con objetivos
precisos:
(1) Aniquilar por la fuerza a
todo movimiento social rebelde, desde los tímidos movimientos urbanos y rurales
que sólo se proponen reformas puntuales, hasta la insurgencia. TODOS SON
ENEMIGOS. Para ellos todos son “terroristas”.
(2) Aislar a los rebeldes: el
famoso “sacarle el agua al pez” que en los ’60 promovieron los franceses en
Argelia y los norteamericanos en Vietnam, doctrinas que luego se aplicaron a
rajatabla en Nuestra América. Que los rebeldes se queden solitos, aislados, sin
que nadie opine, sin que nadie hable, sin que nadie vea nada.
(3) Golpear a la cultura de la
rebeldía y al pensamiento crítico, considerados como “núcleo central del
adoctrinamiento subversivo-terrorista” (según el teórico militar argentino Osiris
G. Villegas: Guerra revolucionaria
comunista [Buenos
Aires, Pleamar, 1963; primera edición de la Biblioteca del Oficial del Círculo
Militar Argentino, 1962]). La cultura es el germen de las revoluciones… por eso
en ese espacio hay que vigilar, amedrentar, golpear y si es posible, aniquilar.
(4) Demonizar, satanizar y generar TERROR entre
la juventud, el estudiantado, la intelectualidad, los periodistas, las
abogadas, los profesores y las profesoras. ¡Qué nadie hable! ¡Qué los
escritores no se animen a escribir! ¡Qué nadie investigue nada! ¡Qué los libros
no circulen ni se lean!
(5) Sentar las bases de los futuros
asesinatos selectivos. En Colombia lo vienen haciendo desde hace décadas. La
Triple A argentina (Alianza Anticomunista Argentina) comenzó igual, señalando
futuras víctimas. Amenazando. “Identificando”. Marcando.
No quiero ser pesimista. Tengo
ganas, tengo deseos que las cosas cambien. No me gusta la cultura “dark” ni
hago el culto de la melancolía. Pero tampoco soy ingenuo.
No creo que los aparatos de
represión de este continente se hayan transformado en dulces monjitas o inocentes carmelitas
descalzas. En Argentina, con formas “democráticas” desapareció Julio Lopez,
testigo contra los asesinos militares. Hasta el día de hoy… “nadie sabe nada”.
No creo en la sonrisa hipócrita
del presidente Obama. Cuanto más sonríe, más golpes de estado hay. ¿Qué pasó en
Honduras? ¿Y en Paraguay? ¿Se desmantelaron las nuevas bases militares
estadounidenses en Colombia? No, no le creo a Obama. Es un rubio disfrazado de
afrodescendiente. Es más de lo mismo. Su multiculturalismo es una mercancía de
shopping que nada tiene que ver con el totalitarismo de su american way of life que nos pretende imponer de mil maneras, cada
día más sutiles, vigilancia, control y represión incluida.
No le creo al presidente Santos
ni al ex presidente Uribe. Parece que entre ellos están peleados. La página de
inteligencia militar que me “marca”, me señala y amenaza, critica a Santos,
seguramente a favor de Uribe. No conozco esa interna política de Colombia ni me
interesa. Los nazis también se peleaban entre ellos pero a la hora de matar,
asesinaban todos juntos.
Cuando me encuentro ante estas
publicaciones amenazantes me acuerdo de algunos viejos, queridos y admirados
desde mi adolescencia.
Jean-Paul Sartre, por ejemplo, en
medio de la histeria colonialista francesa y europea, se animó a defender los
derechos a la rebeldía y a la insurgencia del pueblo de Argelia. No eran
demonios, tenían derechos, dijo Sastre fumando su pipa. No merecían ser
torturados, violados, asesinados. Sartre se puso en contra a todo el mundo,
pero continuó defendiendo a los rebeldes. ¡Y bien que hizo!
Bertrand Russell, viejito,
arrugado, completamente canoso, admirador de Leibniz, amante de la matemática y
la lógica simbólica, se sobrepuso a las amenazas y no dejó un minuto de
condenar la injusta guerra de Vietnam. Incluso lo metieron preso, pero siguió
ejerciendo la solidaridad con la gente humilde y los pueblos rebeldes,
brutalmente quemados y arrasados por el NAPALM de los marines norteamericanos.
Eric Hobsbawm, viejito judío
rodeado de la flema y la neblina inglesa, al hablar de la insurgencia
colombiana y el pueblo de Marulanda, no dudó en escribir que “En Colombia se vive la movilización campesina más grande de todo el
hemisferio occidental”. No los nombraba como “terroristas” sino como
campesinos movilizados.
Noam Chomsky, neurótico obsesivo
fascinado por las estructuras del lenguaje y las formas de racionalidad humana,
escribió en su libro Estados Canallas. El imperio de la fuerza en
los asuntos mundiales (Cambridge, South End Press, 2000; Buenos Aires,
Paidos, 2001) que la insurgencia colombiana no constituye una banda de
delincuentes, secuestradores, bandoleros y forajidos y, menos que nada, una
“narcoguerrilla terrorista” sin ideología. ¿También lo van a marcar e identificar
como “apologista de las FARC”? ¿También lo van a amenazar? ¿Van a ir a
fotografiarlo hasta su casa en Estados Unidos?
Al enterarme que estos milicos,
policías y aparatos de inteligencia me señalan con nombre, apellido y
fotografías, me cuesta dormir. Mentiría si dijera que no tengo miedo. Sería una
bravuconada tonta. Sólo alguien delirante puede no aferrarse al principio de
realidad. Si quieren generar miedo, lo logran. La cuestión es qué hacemos nosotros
con nuestros miedos. ¿Nos sometemos? ¿Nos anulamos como sujetos? ¿Dejamos de
ser quienes somos? ¿Dejamos de escribir? ¿Abandonamos las clases de formación
política? ¿Nos callamos la boca frente a la larga mano del terrorismo de
estado?
Max Horkheimer decía “La lealtad a la filosofía significa no
permitir que el miedo disminuya nuestra capacidad de pensar”. Y tiene
razón. Todavía hoy tiene razón. Hegel, otro gigante del pensamiento, en su Fenomenología del espíritu escribió que
“Solo si se pone en juego la vida, se
conserva la libertad”. Y nuestro querido Rodolfo Walsh cerraba su carta a
los mugrientos asesinos, terroristas de estado: “sin esperanza de ser escuchado,
con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho
tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”. Por la misma época
de Rodolfo Walsh, en plena dictadura militar de Videla, mi padre fue amenazado
de muerte, tuvo que irse de la casa y andar escondido. Nunca dejó de ser quiera
era. No pudieron con él.
Así que no dejaremos de hacer lo
que hacemos. Seguiremos estudiando y escribiendo, continuaremos con las clases
itinerantes de formación política, no dejaremos de investigar ni de denunciar
los crímenes del terrorismo de estado.
Buenos Aires, 24 de mayo de 2013
2 comentarios:
La democracia es un sistema de organización política basado en la elección popular de la mayoría de sus funcionarios quienes, después de electos, ejercen el poder con suma dedicación. Sobre todo el del control social. Enfrenta a su vez la cruda realidad (que en los ùltimos 50 años se ha visualizado y no asombrosamente) de no impedir ni reclamar sobre la poca discrecionalidad y mucha intervención de los servicios de inteligencia norteamericanos y sus satélites ideológicos ensamblados dentro de sus respectivas embajadas, tan visitadas por los hombres y mujeres de la política de nuestra América.
Yendo al grano, el artículo de Néstor Kohan está comprometido con su coherencia, valentía y rigor informativo y merece un gesto claro de apoyo y de solidaridad de quienes trabajamos en cualquier medio de comunicación y de todos aquellos que ocupen roles en la vida institucional de nuestro país.
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