Grupos organizados, numerosos, violentos,
asaltaron comercios de la ciudad de Córdoba durante la tarde del 3 y la
madrugada del 4 de diciembre. Desde Córdoba, un análisis sobre la estigmatización de la pobreza en la sociedad y en los medios.
Grupos organizados, numerosos, violentos, asaltaron comercios de la ciudad de Córdoba durante la tarde del 3 y la madrugada del 4 de diciembre. La Policía estuvo acuartelada, ausente de las calles y a media mañana se avanza en la solución de un requerimiento salarial que se arrastró sin respuesta durante varios días.
Algunos grupos motorizados y
coordinados tumbaron en dos horas el orden público que tanto
defienden los gobiernos capitalistas. La situación de los saqueos –de
centenares de supermercados, tiendas de ropa, locales y localcitos– dio lugar a
la noticia más relevante, no sólo lo robado, las pérdidas, ni los peligrosos
enfrentamientos entre pobres, sino la reacción social, progresiva y en aumento,
contra el caos que reinó en la ciudad.
Esta reacción lógicamente
tuvo como objeto individualizar a los saqueadores, atacarlos y defender los
negocios. Miles de personas armaron barricadas, persiguieron motos y autos,
linchando cada vez que pudieron a los que efectuaban saqueos. Al grito de fuera
negros de mierda, los pequeños y
medianos comerciantes corrían a punta de palos, escopetas y pistolas a las motos
que iban y venían en todos los barrios de Córdoba.
A la par de las medidas que
tomaban por su cuenta los dueños de los comercios, se instaló un reclamo común:
que las fuerzas represivas vuelvan a ocupar su lugar, abandonado por un
acuartelamiento que sostiene la
Policía de la
Provincia de Córdoba desde la mañana del martes, en el marco
de un reclamo salarial.
A la luz de los hechos es
posible sacar algunas conclusiones:
1) Nunca en la historia de
los saqueos se dieron características como ahora, de extrema coordinación
entre los grupos que accionaron. Tal fue el grado de organización que algunos
sitios comerciales gozaron de una especie de extraña suerte. Hiper Libertad,
Paseo del Buen Pastor, Patio Olmos, Dinosaurio Mall, no sufrieron saqueos. Otro
dato: a medida que las barricadas de los comerciantes se fortalecían, los
grupos se dirigían hacia otros sitios más liberados.
2) Nunca antes la gente se
trasladó en camionetas, autos y motos para saquear. Habitualmente se dieron de
dos modos: saqueos más organizados, en las puertas de los grandes centros
comerciales; saqueos más espontáneos, en los locales más cercanos al punto de
residencia de las personas que impulsaron las acciones.
3) La Policía de la Provincia sufrió hace
poco tiempo una dura acusación que puso al descubierto el entramado de
corrupción y la relación de las fuerzas policiales con el crimen
organizado, lo que repercutió negativamente en cuanto al prestigio y el apoyo
social hacia la
Institución . En ese marco, las fuerzas policiales deciden
acuartelarse y liberar de todo control el espacio público.
4) A partir de la
intransigencia del ejecutivo provincial ante los reclamos de su principal
fuerza de control social, se resiente su vinculación con los dueños del
gatillo fácil, de la persecución de los pibes, las redes de trata de
personas para la explotación sexual, las redes de narcotráfico, las torturas en
cárceles y comisarías, la defensa de los intereses de las patronales y los
monopolios nacionales y extranjeros.
5) La acuciante situación
social, caracterizada por el hambre, la desocupación y la inaccesibilidad a los
bienes de consumo masivos (televisores, electrodomésticos, bebidas alcohólicas,
ropa de marca, alimentos de alto valor económico, vehículos y motocicletas...),
fue la base material para que se desarrollaran los focos de saqueo iniciados en
toda la ciudad. Base que se seguirá solidificando a partir de las nuevas
medidas de ajuste de Capitanich y Kicillof, a nivel nacional, y de los
impuestazos en Córdoba (mantenimiento del medidor de Aguas Cordobesas: ¡500
pesos del bolsillo de los usuarios!).
6) Los focos del saqueo
comenzaron todos de la misma manera, en franjas horarias simultáneas y tuvieron
un modo similar: llegaba un auto con personas que rompían los vidrios y por
atrás decenas de motos cargaban en el baúl del vehículo los productos,
situación que duraba hasta que los grupos de personas que defendían los locales
comerciales se hacían presentes en el lugar. Aparte de los focos, que superaron
un centenar en toda la ciudad, se produjeron otras réplicas con características
independientes.
Se puede sacar una conclusión
más general: esta jornada de saqueo estuvo caracterizada por la simultaneidad y
semejanza de los procedimientos, el caos y la reacción social que generó,
y por el gran alcance que tuvo. Se llevó a cabo en medio de una
reivindicación de las fuerzas represivas de la provincia, que exigen un aumento
de sueldo y, sin lugar a dudas, legitimar su rol en la sociedad. Y se concretó
corto tiempo después de hacerse pública una denuncia del Ejecutivo sobre la
vinculación organizada entre la cúpula de la organización policial y las bandas
narcotraficantes.
Lo que resta analizar y evaluar es la denunciada relación entre las organizaciones del narcotráfico y la institución policial y en qué medida el “desmadre” de anoche es un aviso de lo que pasa cuando el “poder” político pretende socavar las fuentes de ingresos de su propio aparato represivo. ¿Por qué vías y con qué consecuencias se restablecerá la fuente de ingresos del brazo policial del poder capitalista?
Los pobres son de nuevo el hilo más fino por donde se corta el asunto. No van a ser las patotas que golpean a favor de Monsanto, los exponentes del crimen organizado, ni los verdaderos responsables de la grave situación social y económica que se vive en todo el país: los políticos que gobiernan para intereses sectoriales. Son una vez más los habitantes de los barrios marginalizados los que tienen que salir a explicar que no formaron parte de los saqueos, porque todos los dedos acusadores apuntan hacia el mismo lugar.
Eso sí, Monsanto, la Barrick Gold y
Chevron tienen licencia para saquear. Y cuando el pueblo se levanta salen los
gorditos de uniforme y las patotas a defender el saqueo legalizado por el
Estado.
(*) Presidenta Fundación Pedro Milesi y Biblioteca Popular Bella Vista
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