por Nadia Fink
El 8 de julio se cumplieron
cuatro años del asesinato de Jonathan Kiki Lezcano y su amigo Ezequiel Blanco a manos del policía Daniel Santiago Veyga. Para
seguir pidiendo justicia, sus familiares y amigos organizaron una
conferencia de prensa y una jornada cultural.
El 8 de julio de
2009 Jonathan salió perfumado de su casa, en Villa 20, Lugano: iba a
encontrarse con una chica, y andaba con su amigo del barrio, Ezequiel. Recién
el 14 de septiembre, más de dos meses después, Angélica Urquiza, la mamá de Kiki, tuvo una aproximación a una
respuesta: habían aparecido los dos cuerpos.
Un mes antes, el
oficial Daniel Santiago Veyga, de la División Operaciones
Urbanas de Contención y Actividades en Espectáculos Deportivos de la Policía Federal de
la comisaría 12ª había presentado un escrito en el que declaraba que había
matado a dos ladrones que estaban armados “en defensa propia” porque intentaron
“robarle el auto”, la tarde del 8 de julio. Nunca declaró ante el juez Facundo
Cubas, que intervenía en el distrito 29 y, sin embargo, al juez le resultó
prueba suficiente para declarar su sobreseimiento.
Recién en noviembre de 2012, luego de soportar otros
destratos del Poder Judicial (como el hecho de que Kiki hubiera sido enterrado como NN en el cementerio de Chacarita,
por orden del mismo juez, o que no se les permitiera a los familiares actuar
como querellantes) la Sala IV de la Cámara Nacional de
Casación Penal resolvió revocar el sobreseimiento del imputado y apartar
de la causa al juez Cubas y a los camaristas de la sala VII de la Cámara Nacional
Criminal y Correccional, quienes habían confirmado el fallo del juez de grado.
Después del fallo, el Ministerio de Seguridad dispuso el paso a disponibilidad
del policía Veyga. Desde ese momento y hasta la actualidad, el juez Juan Ramón
Padilla, del Juzgado 24, es quien lleva adelante la causa.
En estos cuatro años, Angélica no estuvo sola. A su
alrededor, se fue formando la Agrupación
Kiki Lezcano, que
hoy sostiene actividades concretas en el barrio. Desde allí también fueron
surgiendo las actividades para que algo se moviera en una causa donde resulta
difícil ver en la cárcel a los culpables cuando el Poder Judicial cubre el
accionar de quienes luego se comportan como guetos o corporaciones: Ante un
caso de gatillo fácil, rápidamente se cubren, se protegen, se alteran escenas
del crimen, se desaparecen evidencias. Por eso este miércoles 10 de julio se
realizará una Conferencia de Prensa en defensa de los Derechos Humanos, para dar
cuenta de las irregularidades que se vivieron en todos estos años o, como puede
leerse en el comunicado de la
Agrupación, “en función de lograr poner en movimiento los
oxidados engranajes del Poder Judicial, y lograr la difusión de este caso, como
el de tantos otros pibes”. La cita es en el Salón de conferencia de la Legislatura Porteña
a las 12 horas y estarán allí los abogados de la causa, Juan Manuel Combi y
Adriano Agreda, Angélica, Vanesa Orieta (hermana de Luciano Arruga), Pablo
ferreyra (hermano de Mariano), entre otros.
Algunas de esas irregularidades, además de las ya
mencionadas, tienen que ver con una causa que se le abrió a Angélica,
totalmente armada por las fuerzas policiales, en la que, a la madre de una
víctima de sus armas y de su abuso, la acusaban de encubrir a supuestos
ladrones. También los familiares debieron soportar la aparición de un video
macabro filmado desde el celular de uno de los policías en el mismo momento de
la muerte de Kiki, y el total
desprecio por su agonía. Allí se escuchan al menos cuatro voces y sobre esto,
no hubo ninguna respuesta.
Florencia, de la Agrupación Kiki Lezcano, nos cuenta: “Sin dudas, que todo el
retraso provocado (como, por ejemplo, la realización de las pericias tres años
y medios después) ha complicado la reconstrucción del hecho y también la de los
distintos objetos involucrados en la investigación. Ante la desaparición de
algunas pruebas u objetos se abre una causa paralela, y terminan siendo trabas
para que no se continúe con la principal, que es el asesinato de Kiki y Ezequiel”.
Por otro lado, y después de haber realizado una olla
popular en la esquina del barrio, mateada y la renovación del mural; el sábado 13
es el turno de una Jornada Cultural por los Derechos
Humanos, en Fonrouge y Chilavert, en villa 20, Lugano. Porque cuando los
familiares y amigos se juntan y luchan por justicia, también reivindican el
derecho a la alegría y al festejo. Ese derecho que la policía se cree
autorizada a arrebatarles a los pibes más pobres de los barrios. Entonces
cuenta Angélica, apechugando otro aniversario de que le hayan arrebatado a su
hijo: “En estos cuatro años me enseñaron y aprendí a luchar, y a que la gente
te acompañe. Siempre digo que es verdad eso de que lo que no te mata de
fortalece y eso me ayuda cada día a sobrellevar el dolor. Y en todos los que me
rodean y siguen haciendo junto conmigo memoria activa, siento que Kiki esta ahí, vivo, en cada uno de
ellos”.
Cuando la justicia de escritorio da
la espalda, cuando las corporaciones corruptas se unen en un silencio de
encubrimiento y mentira, cuando creen que pueden arrebatarnos la sonrisa;
siempre hay uno que se acerca, otro que difunde, otro más que acompaña, y uno
que reclama, y así es como a quienes quieren silenciar, terminan organizándose
y creyendo en que la justicia se puede hacer de otra forma. Como dicen las
voces en off del video “¿Quién era Kiki Lezcano?”: “A la justicia se la empuja
con la lucha. Al miedo se lo vence con organización”. En eso están. Y son
muchos.
* Nota publicada en Marcha
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